domingo, 13 de junio de 2010

VI. LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL Y SU IMPRONTA EN EL MUNDO LITERARIO

LA CONTAMINACIÓN: INSERTA EN EL MUNDO DE LA LITERATURA

Que la contaminación es un fenómeno tan antiguo como el hombre lo prueba el notable reflejo que ha tenido a lo largo de toda la literatura, donde ya se percibe la conciencia de ésa como problema. Ahora vamos a hacer un recorrido por algunos libros que nos sirva de ejemplo:

“ALEJANDRO MAGNO” (GISBERT HAEFS): LOS VERTEDEROS DE LA GRECIA ANTIGUA
“Al este de la carretera de Acarnania se veía un grupo de esclavos acarreando y arrastrando la basura de Atenas hacia una hondonada oculta entre peñascos, al pie de la colina. (…) Los esclavos empezaron a descargar: excrementos, desperdicios de comida, huesos, restos de animales. Bajaban de los carros esos recipientes y los arrastraban hasta el borde de la amplia hondonada. Una vez vaciados los cestos eran llevados de regreso a los carros, donde esperaban otros hombres provistos de burdas palas, tridentes y escobas hechas con ramas secas.”

“EL PERFUME” (PATRICK SÜSKIND): LA FRANCIA DEL SIGLO XVIII Y LA CONTAMINACIÓN URBANA
“En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. (…) Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas, los mataderos, a sangre coagulada. (…) Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios.”

“LA SEÑORA DALLOWAY” (VIRGINIA WOOLF): EL LONDRES DE LOS FELICES AÑOS VEINTE Y LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
“Mientras cruzaba Victoria Street pensó, qué tontos somos. Sí, porque sólo Dios sabe por qué la amamos tanto, por qué la vemos así, creándose, construyéndose alrededor de una, revolviéndose, renaciendo de nuevo en cada instante; pero las más horrendas arpías, las más miserables mujeres sentadas ante sus portales (bebiendo su caída) hacen lo mismo; y tenía la absoluta certeza de que las leyes dictadas por el Parlamento de nada servían ante aquellas mujeres, debido a la misma razón: amaban la vida. En los ojos de la gente, en el ir y venir y el ajetreo; en el griterío y el zumbido; los carruajes, los automóviles, los autobuses, los camiones, los hombres-anuncio que arrastran los pies y se balancean; las bandas de viento; los organillos; en el triunfo, en el campanilleo y en el alto y extraño canto de un avión en lo alto, estaba lo que ella amaba: la vida, Londres, este instante de Junio.”



No hay comentarios:

Publicar un comentario