2. AGUA LODADA. UN VIAJE A CEE, EN A CORUÑA.
En cualquier lugar del planeta, mires donde mires, hay parajes asombrosos. Unos conocidos, otros desconocidos, pero todos están ahí, porque la naturaleza se los regaló a nuestro planeta. Desgraciadamente, hay otro regalo que la naturaleza construyó creyendo que tan solo iba a formar parte del paisaje, como lo demás, pero acabó revolviéndose contra ella, como una bombilla que le hubiese quemado la vista a Edison, modificando y destruyendo todo cuanto había a su alrededor: el hombre.
Xallas, es un río en la provincia de A Coruña, un río cuya desembocadura era única en Europa, ya que el agua, bajaba por un laberinto de rocas, llena de fuerza y destreza, en una cascada natural y abundante, llegando directamente al mar por la ría de Ézaro.
¿Por qué digo “era”?. Esta cascada ha sido vapuleada y manoseada por el hombre, hasta relegarla al puesto de mera corriente de agua, que hace funcionar una fría central hidráulica.
El asentamiento humano en los dominios del Xallas, va más allá de nuestro siglo y el pasado, pero fue hacia la década de los sesenta cuando unos señores con traje y corbata, se propusieron empezar un proyecto que consistiría en embalsar el agua y dominarla a su antojo, para conseguir energía.
Hoy en día, el paraje es un recinto dónde tú vas caminando hasta el lugar en el que se encuentra la cascada, entre montañas célticas y árboles ya con su historia, siempre vigilados por tubos grises pesados y que amenazan a la vista del cielo y los pájaros, tubos grises y anclados como chimeneas humeantes que hacen a la cascada tener pesadillas por la noche. Cuando llegas a la altura, hay una pasarela de madera bien preparada para la comodidad de todo visitante, que te deja casi dentro del agua. Y estando allí, solo te quedará esperar, esperar junto a un grupo de excursionistas mirando al frente; como quién espera a que empiece una película en el multicine más impresionante de la ciudad, como el que espera y bosteza durante la publicidad en la pantalla, como un niño, que espera que su padre le compre los zapatos más caros de la tienda. Esperar a que un magnate empresario con anillos de oro, abra las compuertas del embalse, y tú puedas ver, durante una o incluso, media hora un hilo de agua corriente que llora, que sangra debilidad. Un espectáculo natural reducido a un show norteamericano. Expuesto a las manos de un grupo de personas apocopadas en un traje de vintage, como un caballo salvaje que grita embravecido, porque le han puesto las monturas. La naturaleza, la gran madre naturaleza, subordinada, doblegada, arrodillada ante diminutos empresarios con los ojos vendados. Eligen el cuándo y cómo de algo que no les pertenece, y los árboles los miran tristes, preguntándose si solo les importa a ellos, si hay alguien más a quien le importe que encadenen a una hiena y a sus crías.
¿Y a quién le importa realmente? ¿Quién hace algo para parar este tipo de delitos ecológicos? Y lo más importante… ¿quién puede hacerlo? ¿Y cómo?
La energía es necesaria, pero hasta qué punto, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un puñado de electrones?, ¿qué estamos dispuestos a hacer para que árboles, mares y pobres dejen de ser pisados por el empresario millonario que dirige todo tipo de compuertas?, hay cosas que no nos pertenecen, sin más. Vamos, humanidad, tú, que nos has enseñado filosofía , que has liderado revoluciones pacifistas, tú, que has creado tanto; desde las pinturas rupestres hasta el rock. No me dejes creer que eres el regalo-bomba de la naturaleza. ¿De verdad vas a dejar que te representen los hombres de los anillos de oro?
En cualquier lugar del planeta, mires donde mires, hay parajes asombrosos. Unos conocidos, otros desconocidos, pero todos están ahí, porque la naturaleza se los regaló a nuestro planeta. Desgraciadamente, hay otro regalo que la naturaleza construyó creyendo que tan solo iba a formar parte del paisaje, como lo demás, pero acabó revolviéndose contra ella, como una bombilla que le hubiese quemado la vista a Edison, modificando y destruyendo todo cuanto había a su alrededor: el hombre.
Xallas, es un río en la provincia de A Coruña, un río cuya desembocadura era única en Europa, ya que el agua, bajaba por un laberinto de rocas, llena de fuerza y destreza, en una cascada natural y abundante, llegando directamente al mar por la ría de Ézaro.
¿Por qué digo “era”?. Esta cascada ha sido vapuleada y manoseada por el hombre, hasta relegarla al puesto de mera corriente de agua, que hace funcionar una fría central hidráulica.
El asentamiento humano en los dominios del Xallas, va más allá de nuestro siglo y el pasado, pero fue hacia la década de los sesenta cuando unos señores con traje y corbata, se propusieron empezar un proyecto que consistiría en embalsar el agua y dominarla a su antojo, para conseguir energía.
Hoy en día, el paraje es un recinto dónde tú vas caminando hasta el lugar en el que se encuentra la cascada, entre montañas célticas y árboles ya con su historia, siempre vigilados por tubos grises pesados y que amenazan a la vista del cielo y los pájaros, tubos grises y anclados como chimeneas humeantes que hacen a la cascada tener pesadillas por la noche. Cuando llegas a la altura, hay una pasarela de madera bien preparada para la comodidad de todo visitante, que te deja casi dentro del agua. Y estando allí, solo te quedará esperar, esperar junto a un grupo de excursionistas mirando al frente; como quién espera a que empiece una película en el multicine más impresionante de la ciudad, como el que espera y bosteza durante la publicidad en la pantalla, como un niño, que espera que su padre le compre los zapatos más caros de la tienda. Esperar a que un magnate empresario con anillos de oro, abra las compuertas del embalse, y tú puedas ver, durante una o incluso, media hora un hilo de agua corriente que llora, que sangra debilidad. Un espectáculo natural reducido a un show norteamericano. Expuesto a las manos de un grupo de personas apocopadas en un traje de vintage, como un caballo salvaje que grita embravecido, porque le han puesto las monturas. La naturaleza, la gran madre naturaleza, subordinada, doblegada, arrodillada ante diminutos empresarios con los ojos vendados. Eligen el cuándo y cómo de algo que no les pertenece, y los árboles los miran tristes, preguntándose si solo les importa a ellos, si hay alguien más a quien le importe que encadenen a una hiena y a sus crías.
¿Y a quién le importa realmente? ¿Quién hace algo para parar este tipo de delitos ecológicos? Y lo más importante… ¿quién puede hacerlo? ¿Y cómo?
La energía es necesaria, pero hasta qué punto, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un puñado de electrones?, ¿qué estamos dispuestos a hacer para que árboles, mares y pobres dejen de ser pisados por el empresario millonario que dirige todo tipo de compuertas?, hay cosas que no nos pertenecen, sin más. Vamos, humanidad, tú, que nos has enseñado filosofía , que has liderado revoluciones pacifistas, tú, que has creado tanto; desde las pinturas rupestres hasta el rock. No me dejes creer que eres el regalo-bomba de la naturaleza. ¿De verdad vas a dejar que te representen los hombres de los anillos de oro?